5 playas de interior españolas para un verano diferente
Escrito por
20.05.2020
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Cuando el pensamiento se dirige hacia la playa sigue el recuerdo del olor a mar. Sin embargo, seguir solo el rastro del salitre sería un error ya que se dejaría por el camino una buena lista de orillas que, curiosamente, se encuentran en el interior. No todo el mundo conoce la existencia de las playas de río y embalses porque lo rural aún guarda muchos secretos sorprendentes.
Para convencer a los escépticos, existen varios argumentos de peso. Uno es que la masificación no es tan exagerada como en algunos puntos de la costa. Esto no quiere decir que no haya gente, ni mucho menos, pero la escena es diferente.
Aquellos temerosos de las olas, encontrarán en las zonas de baño de estos parajes la solución para dar unas brazadas en aguas de exterior (la libertad más allá de la piscina). Por muy manso que sea el mar –véase el Mediterráneo en algunos de sus márgenes– siempre ronda la posibilidad de que se ponga bravo, lo que puede frenar a muchas personas. Aquí se elimina dicho riesgo.
Suponen una novedad para los viajeros que buscan el sol y la arena. Esos dos requisitos se sitúan en un entorno natural en el que es fácil olvidarse del asfalto y las calles. El concepto del turismo masivo que se impuso en España a partir de los 60, atrajo a muchos visitantes y fue bueno para la economía, pero también transformó el paisaje acabando con cualquier rastro de naturaleza.
Esta lista propone algunas de las mejores playas de interior que hay dentro del territorio nacional, pero seguramente se pueda completar. Se agradecen comentarios con recomendaciones, aunque puede que algunos quieran mantener el secreto de su sitio preferido para seguir teniendo sitio para poner la toalla. Un recordatorio: compartir es vivir (y el refranero popular siempre acierta).
Playa Pita en Soria (Castilla y León)
Es muy improbable que, de entrada, se piense en Soria como posible destino de playa. Pero la vida está llena de sorpresas y resulta que este punto de Castilla y León tiene un lugar perfecto para disfrutar del aire libre alrededor del embalse de Cuerda del Pozo, en Abejar.
Hay que decir que el sitio es muy popular, al menos para los sorianos, y durante los meses de verano es bastante posible que se llene de gente (habrá que ver cómo se organiza la ‘nueva normalidad’). Su atractivo es evidente: está a menos de 50 kilómetros de la capital y la playa en sí está rodeada por un gran bosque de pinos.
Tiene numerosos servicios como zonas con mesas para comer, alquiler de patines de agua, bar, columpios para los niños o una fuente de agua potable. Eso sí, los bañistas deben tener cuidado porque aunque no hay olas sí se pueden formar corrientes peligrosas, por lo que es recomendable no alejarse demasiado de la orilla. Y también es preferible no saltar desde las rocas, al menos sin saber cuál es la profundidad del agua.
Playa Virgen de la Nueva y El Muro en San Martín de Valdeiglesias (Madrid)
El grupo español The Refrescos hicieron famoso a finales de los años 80 el estribillo “Vaya, vaya, aquí no hay playa” refiriéndose a Madrid. Pero no tuvieron en cuenta las del pantano de San Juan, con 14 kilómetros de largo.
La Virgen de la Nueva y El Muro son sus dos principales zonas recreativas. La primera posee el distintivo de Bandera Azul. Lo consiguió en 2018 y es una garantía más que fiable para confiar en su buen estado.
En ambas se pueden alquilar materiales para practicar deportes como el piragüismo o esquí acuático y chiringuitos para comprar bebida o comida. Además, desde el 15 de junio al 15 de septiembre hay servicio de socorrismo.
El baño en otros puntos del pantano no está prohibido estrictamente, pero no es recomendable. No se sabe cómo está el agua y no tienen servicio de salvamento, por lo que puede ser peligroso.
Playa de Cheles en Badajoz (Extremadura)
Hay que reconocer que también es una sorpresa descubrir que Badajoz tiene playa, pero es así. Está a pocos kilómetros del pueblo de Cheles y también tiene el galardón de la Bandera Azul (entró en la última selección, la de 2019). Su arena está bañada por las aguas del pantano de Alqueva, sobre el río Guadiana y está muy cerca de Olivenza.
El paisaje es típico de la dehesa de Extremadura y cuenta entre sus servicios con aparcamiento, zona de merendero, columpios infantiles, zona de baño y un poco alejada de la arena, un embarcadero. A quienes les entre hambre, pueden ir a disfrutar de las especialidades de pescado de agua dulce del Chiringuito de Pijin.
La Playa Fluvial de A Calzada en Pontevedra (Galicia)
En las Rías Baixas hay varias playas fluviales (Xunqueira o Fluvial Vilarello, por ejemplo) pero solo esta tiene el distintivo de Bandera azul, un buen motivo para escogerla entre las demás. Perteneciente al municipio de Ponte Caldelas, tiene 250 metros de longitud y se caracteriza principalmente por lo cristalino de sus aguas.
Su lista de servicios es muy completa: socorrismo, policía, kiosko y actividades infantiles. Según Turismo de las Rías Baixas recibe 250 personas de media al día durante el verano, así que lo mejor es planificarse y, si es posible, escoger un día que pueda estar menos concurrida (fuera del fin de semana, por ejemplo).
Un detalle importante es que, además de zona de baño para adultos y niños también hay una reservada para animales. Los visitantes con mascota podrán llevársela con ellos a disfrutar del día al aire libre en un entorno rodeado de bosque.
Playas del Pantano de Alarcón en Cuenca (Castilla-La Mancha)
En lo alto del río Júcar existe un paraje esencial para poder refrescarse del calor en los veranos de Cuenca, que no tienen fama de ser especialmente fresquitos. Se trata del pantano de Alarcón, en el que hay diversas playas con zona de baño en las que poder darse un chapuzón para bajar un poco la temperatura corporal.
El pantano se encuentra a unos 5 kilómetros del pueblo homónimo y tiene varias playas como la del Árbol, Mauri u Olivares. La ventaja de la falta de olas tiene en este pantano una excepción, porque a veces sopla el aire con fuerza y se puede levantar oleaje (aunque no será como el del Cantábrico).
Debido a ese fenómeno, es un lugar muy recomendado para practicar deportes como el kitesurf. En el fondo del pantano se encuentran los restos del pueblo Gascas de Alarcón, que se quedó sumergido con la construcción de la presa, como muchos otros en el territorio nacional. Cuando el nivel del agua es muy bajo, todavía se pueden ver.
Carmen López